Fray Santiago Fernández OP inició Ministerio como Párroco en Misa presidida por el Cardenal Sturla
25 de julio de 2017El Cardenal Daniel Sturla invitó a la comunidad de la Parroquia Santísima Trinidad a ser “casa de puertas abiertas” en la Misa del inicio del Ministerio Pastoral como nuevo Párroco de Fray Santiago Fernández OP, el domingo 23 de julio.
La Misa se realizó en el octogésimo aniversario en que se confió a la Orden de Predicadores dicha parroquia, ubicada en un barrio humilde y periférico al noroeste del centro de la capital de Uruguay.
El pequeño templo rebozó de gente de todas las edades, procedentes diversas comunidades de hermanas de la familia dominicana y laicales del territorio.
Reflexionando en su homilía sobre el Evangelio de ese Domingo, que alude al trigo y la cizaña, el Cardenal afirmó que ese pasaje es “una apuesta a la esperanza” y explicó que “Jesús compara el trigo y la cizaña con la experiencia del Reino de Dios”. En este sentido, señaló que el Reino de Dios no es una institución sino “la acción de Dios en la historia que transforma los corazones y la sociedad”. “La máxima acción de Dios en la historia ha sido Jesucristo, y por eso Reino y Jesucristo se identifican”, puntualizó. Recordó que Reino es la acción de Dios, “no tanto nuestras grandes ideas, pensamientos y obras” y “por eso nosotros estamos llamados a colaborar con Dios, a ser esa levadura en la masa, allí donde nos encontramos”. “Esta es la gran confianza que nos da la vida cristiana: tener la certeza de que en medio de las dificultades del camino, Dios actúa en mi vida, en la vida de una comunidad, en el mundo”, subrayó el Cardenal.
Advirtió, no obstante, que “el drama es que al mismo tiempo que Dios actúa, el maligno también lo hace” y se puede caer en “la tentación de querer arrancar la cizaña y decir `acá somos solo gente del trigo bueno´”. “En la historia de la Iglesia muchas veces estuvo esa tentación, decir `acá somos los buenos y los demás son malos`. Y entonces algunos grupos que han querido, y todavía hay algunos que quieren hacer de la iglesia un club de perfectos”.
Y ante esta realidad ¿qué debemos hacer? planteó el Arzobispo de Montevideo, y respondió: “no pensar en un mundo que va a ser solo trigo puro”. “Eso se va para el cielo, cuando el Reino de Dios esté en su plenitud. Acá tenemos que `bancarnos´ que haya cizaña, y tratar de que crezca el buen trigo. Nuestras energías tienen que estar sobre todo en cultivar el buen trigo, que Dios se ocupará de la cizaña”.
El Cardenal Sturla recordó a la comunidad que “la Iglesia es casa de puertas abiertas: No miramos al vecino pensando “¡ah! ¡mirá este viene a comulgar! ¡si yo lo conozco!” Sino que decimos ¡qué bueno que esté aquí este hermano, esta hermana, más allá de sus defectos!, Dios sabrá, ojalá su participación en la vida de la comunidad lo ayude también a cultivar el buen trigo que tiene dentro suyo. Y esto es entonces hacer comunidad cristiana, casa de puertas abiertas, pueblo peregrino que hace presente el pueblo de Dios sabiendo que en su seno hay pecado y gracia, justos y pecadores y que todos tenemos algo de justos y algo de pecadores”
En su homilía, el Cardenal recordó que Fray Luis Carlos Bernal OP, integrante de la comunidad de Fernández, fue su profesor de liturgia; mencionó a Fray Flannan como “viejo…conocido de todos” en risueña alusión a su edad y presencia en esa comunidad, y resaltó la asistencia del Vicario Provincial, Fray Rafael Colomé OP, quien viajó especialmente desde Buenos Aires para la ocasión. También dio cuenta de la concurrencia de Fray Edgardo Quintanta OP, párroco de Nuestra Señora del Rosario y del Padre Germán que está haciendo una experiencia de dominicanismo.
Sturla recordó,asimismo, que Fray Felipe integrante de la misma comunidad que Fernández, se ordenó en esta parroquia, remarcando la coincidencia de que el 25 de julio tanto Felipe como Santiago cumplen años y que, a su vez, sus nombres coinciden con los patronos de la ciudad de Montevideo (San Felipe y Santiago).
Según el Cardenal, Fray Santiago intentó eludir la ceremonia, aludiendo a su humildad y este no hizo uso de la palabra durante toda la celebración, más que en los momentos señalados por la liturgia para asumir los diversos compromisos..
Al final de la Eucaristía, el Cardenal entregó al párroco las llaves del sagrario mencionando que será su guardián y que también la Eucaristía, como todo lo que custodian los sacerdotes, no es para guardar sino para entregar.