Comienza el prenoviciado en el Vicariato Pedro de Córdoba
31 de agosto de 2022Iniciando la novena de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, comienza el prenoviciado en la mayor de las Antillas. El acto tuvo lugar en la oración de la mañana en presencia de todos los frailes que están destinados en dicho país. En el día de ayer tuvieron los prenovicios una jornada de retiro predicada por Fr. Manuel Uña Fernández, O.P., prior del Convento San Juan de Letrán en La Habana, como preparación al año que comienzan.
La ceremonia, presidida por el prior, consistió en que después de la lectura del día, este dirigió unas palabras exhortativas a los frailes y en especial a los prenovicios. Después bendijo la cruz dominicana y se la impuso al prenovicio Frizky Sáchez Abarua, proveniente de Concepción de la Vega, en la República Dominicana. Este joven comienza su primer año de prenoviciado. A él se le suman otros tres jóvenes cubanos que continúan al segundo y último de los años que componen esta etapa en el Vicariato. Ellos son: Lázaro Yoerlis Moralez Gonzáles, natural de Martí en Matanzas, Amed Enrique Acosta Hernández, de Rodrigo, Villa Clara y Yosnel Alvares Taragona, de la provincia de Sancti Spíritus. Todos se encuentran en un rango de edad de entre 25 y 29 años. Además, se les obsequió un librito de Simón Tugwell, O.P. Santo Domingo y la Orden de Predicadores, cortesía de las monjas dominicas del Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, en Palencia.
Fr. Mauel recordó lo que en su toma de hábito se le dijo: “Que Dios lleve a feliz término la obra buena que ha comenzado en ti”. Es su deseo para estos jóvenes y el de todos los que les han acompañado en su itinerario vocacional. Insistió en la idea de san Agustín de la elección de parte de Dios, a cada uno de los presentes, antes del tiempo para este tiempo. Elección también de parte de la comisión de formación hacia Frizky que le envían a comenzar este itinerario. Por último, destacó que, así como en María descansó la mirada de Dios, lo hace con cada uno de nosotros. Ante este misterio hay que dejar hacer a Dios, aunque no se entienda nada. La invitación es amarlo y dejarle hacer.