Miércoles de Ceniza: el Papa celebra en Santa Sabina
11 de marzo de 2014Existía el temor de que pudiese ser trasladada a la basílica de San Pedro, debido a su mayor capacidad, pudiendo acoger así a más fieles. Sin embargo, y disipando todos los temores, el Papa cumplió con la antigua tradición llegando a Santa Sabina para celebrar la primera estación de Cuaresma. Una vez más la multitud lo acompañó, llenando la basílica y la plaza vecina.
Como es costumbre la liturgia comenzó con una procesión desde de la basílica benedictina de San Anselmo. Después de la oración colecta la procesión partió encabezada por los dominicos y los benedictinos, mientras se cantaban las letanías, hasta llegar a Santa Sabina, donde la misa dio comienzo a continuación.
El Santo Padre asentó su homilía en un breve pasaje bíblico del profeta Joel: «rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras» (Jl 2,13). En este tiempo de Gracia invitó a todos los fieles a un camino de conversión. Seguidamente recordó los tres elementos de este camino (la oración, el ayuno y la limosna), que buscan liberarnos del dominio de las cosas terrenas. Por último, habló de la necesidad imperativa de volver al Señor, que es siempre fiel y misericordioso, y está siempre dispuesto a empezar un nuevo camino con nosotros.
Después de la homilía el Santo Padre bendijo la ceniza siendo el primero en recibirla impuesta por el Cardenal Titular de la basílica de Santa Sabina Jozef Tomko. Posteriormente el impuso la ceniza a los cardenales presentes, a algunos frailes dominicos y monjes benedictinos y a un pequeño grupo de fieles. Los ministros asistentes, seis dominicos y seis benedictinos, impusieron la ceniza y distribuyeron la comunión al resto de los fieles.
Los frailes del convento de Santa Sabina habían alimentado el deseo de que el Papa saludará y se reuniera con la comunidad después de la Eucaristía, de la misma manera que lo habían hecho algunos de sus predecesores. El Maestro de la Orden, fr. Bruno Cadoré OP, así se lo había transmitido en su última audiencia privada.
El deseo de los hermanos se cumplió cuando el Santo Padre Francisco fue acompañado al claustro por el Maestro de la Orden. La comunidad ya estaba esperándole allí. El Papa saludó uno a uno a todos los hermanos con un fuerte apretón de manos, mientras el Maestro de la Orden se los iba presentando. No dejó de ser curioso que todos tuvimos que enseñar una autorización especial para poder saludarlo, aunque el acto se desarrollara en nuestro propio claustro. Sin embargo, fue un breve pero inolvidable encuentro para todos.