Acto conmemorativo del V centenario del sermón de Montesino
23 de diciembre de 2011El acto había sido organizado por la Orden de Predicadores y la Casa de América. La primera parte consistió en una mesa redonda formada por fr. Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Predicadores; D. José Antonio Pastor Ridruejo, ex magistrado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos; D. Manuel Reyes Mate, filósofo y Premio Nacional de Ensayo en 2009; y D. Enrique V. Iglesias, Secretario General de Iberoamérica. En la segunda parte se representó la obra de teatro: «Primera noticia de la catástrofe», del dramaturgo Juan Mayorga.
La presentación del acto estuvo a cargo de fr. Pedro Juan Alonso, Prior Regional del vicariato de España de la Provincia del Rosario y presidente de turno de la JIP, que destacó la importancia del sermón como base del derecho internacional. Resaltó también la actualidad que sigue teniendo esa denuncia puesto que son muchos los seres humanos que continúan siendo invisibles, sin voz, para los mercados de hoy. Tantas vidas sesgadas por la violencia, el tráfico de drogas, explotados con todo tipo de trabajo, sin ningún tipo de alternativa. Los dominicos tenemos la responsabilidad de seguir siendo voz en la aldea global para que, por medio de nuestra vida y predicación, se activen la compasión, la fraternidad, el amor verdadero, la colaboración en la construcción de este mundo.
Dio comienzo entonces la mesa redonda moderada por el director de Tribuna Americana de la Casa de América. D. Ricardo Añino, que fue presentando a todos los participantes.
La primera intervención fue la de fr. Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Predicadores, que recordó la importancia de ese grito de La Española porque «contribuyó a una nueva toma de conciencia decisiva en un momento de la historia que podríamos calificar como comienzo de una nueva era, la era de la globalización».
«Los frailes de la española, -dijo el Maestro- altamente indignados al ver cómo se trataba a los indígenas del lugar, apelan a la humanidad común y preguntan: ¿Acaso éstos no son hombres? », aclarando que «cuando alguien siente indignación manifiesta que se siente testigo de una indignificación, de una acción en la que se niega dignidad al otro».
El Maestro manifestó que «los dominicos de La Española fueron profetas, no sólo porque recordaron la exigencia de respetar la dignidad de cada persona, la dignidad común, sino también porque manifestaron su indignación ante la idea de que era posible servirse de Dios para establecer poderes humanos, a fortiori cuando estos últimos faltan a la dignidad del ser humano. Fueron profetas porque, a su vez, siguieron el camino de Aquel que era su único Señor y Maestro: Jesús de Nazaret que los cristianos reconocemos como Cristo. Este Mesías que fue asesinado precisamente por poner en tela de juicio los poderes humanos que aplastan la humanidad, comenzando por esos poderes a la medida del hombre que para ejercitar sus pretensiones insignificantes de poder, mienten a los hombres diciéndoles que ejercen su autoridad en nombre de Dios».
Fr. Bruno terminó su intervención invitando a asumir nuestra común responsabilidad de construir una humanidad para y con todos, siguiendo la estela de los frailes de La Española «que se colocaron al lado de los que el mundo quería olvidar aunque sin los cuales sería imposible buscar honestamente la verdad».
El profesor José Antonio Pastor Ridruejo, ex magistrado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, presentó la biografía de fr. Antón Montesino, e hizo un análisis de cada una de las frases del sermón, poniéndolas en relación con la actual declaración de los derechos humanos. Sucede con la frase: «¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?», que se correspondería con el artículo cuatro de la declaración de la ONU: «Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas». O la frase: «¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados?», sería una original declaración del artículo 5º de la declaración del 1948: «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». Con éstos y otros ejemplos demostró cómo el sermón sirvió de inspiración para las futuras declaraciones de derechos humanos.
A continuación intervino D. Manuel Reyes Mate, filósofo y premio nacional de Ensayo quien insistió en la importancia que la pregunta de Montesino, ¿acaso no son hombres como nosotros?, tuvo en su tiempo y sigue teniendo ahora. Esa pregunta «nos puede resultar ociosa o retórica, pero entonces no lo era». Reyes Mate citó a Jiménez Lozano, quien explica que «los conquistadores proyectaron sobre los indios la misma mirada que en España tenían sobre los seres inferiores. El eclesiástico de formación aristotélica vió en ellos al "esclavo", un ser privado del alma racional; el hidalgo los vio como casta vil y despreciable; el señor, como bufones o sabandijas o siervos; el soldado, como enemigos; los mercaderes, como mercancía». Sólo estos frailes vieron en ellos hombres como nosotros, afirmó Reyes Mate.
Finalizó su intervención señalando que en nuestra sociedad, en la que «tanto se echa de menos la voz libre de los intelectuales», debería conmovernos la actuación de estos frailes que «osaron enfrentarse al poder de un imperio en nombre de los sin-nombre. Es una razón de orgullo para la Orden de Predicadores que tanto se implicó en la defensa de la verdad pagando un duro precio por esa libertad de juicio».
Por último tuvo su intervención D. Enrique V. Iglesias, Secretario General Iberoamericano, quien señaló que este sermón es muy importante para la historia de España y de América, y deberíamos sentirnos orgullosos de un acontecimiento como este que hizo que España fuera el único imperio que se cuestionara éticamente la conquista. Además indicó que Montesino fue un adelantado en la defensa de los derechos humanos y en la defensa de los más débiles.
Una vez concluida la mesa redonda, comenzó la segunda parte del acto con la representación de la obra: "Primera noticia de la catástrofe", con guion de Juan Mayorga. La obra fue presentada por el mismo Juan Mayorga quien explicó cómo surgió la idea de preparar una obra sobre el sermón de Montesino utilizando como principal fuente el relato de fr. Bartolomé de las Casas, asesorado por expertos dominicos en la materia. Resaltó también que el sermón en si tiene ya un toque de teatralidad, puesto que no se trata de un texto para ser leído como quien lee un libro, sino para ser declamado. Un texto que comprometía enormemente a quien lo pronunciaba porque estaba claro que no iba a ser bien acogido por la audiencia. A continuación comenzó la obra interpretada por seis actores. El narrador de la historia era Bartolomé de las Casas quien relata un hecho que a él le cambió la vida y su forma de entender la relación con el otro. La obra explica cómo la comunidad fue tomando conciencia de la gravedad de la situación y sintió la necesidad de no callar ante tal injusticias. Reunidos en comunidad, pensado y meditado el texto se escoge a fr. Antón de Montesino que lo proclame el IV domingo de Adviento. Se relata también el proceso posterior, cuando los frailes son denunciados al Rey, llegan cartas del Provincial de los dominicos pidiéndoles prudencia y retractación, y cómo envían a Montesino a la corte para exponer la causa ante su Majestad. El final de la obra tiene cierto sabor agridulce, porque las injusticias continuaron como continúan hoy también, por lo que los frailes acaban la obra preguntándose si no habrían predicado verdaderamente en un desierto.
Estuvieron también presentes en el acto los Priores Provinciales de España, Bética y Aragón, y el socio del Maestro de la Orden para la Península Ibérica, fr. Bernardino Prella. También se hicieron presentes el Mons. Vicente Zamora, obispo de Santander y Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Mons. Cesar Franco, obispo auxiliar de Madrid, y Mons. Juan José Larrañeta, obispo dimisionario de Puerto Maldonado. Asistió también D. Elías Royón, presidente de la Confer, y varios Provinciales de órdenes religiosas presentes en Madrid. Participaron Madres Generales y Provinciales de varias congregaciones de dominicas, así como frailes dominicos de toda España. También acudieron varios profesores de las Universidades de Madrid, directivos y profesores de los colegios de la Fundación Educativa Santo Domingo, y en general miembros de toda la Familia Dominicana además de personas que quisieron honrar la memoria de fr. Antón Montesino.
Leer la intervención de fr. Bruno Cadoré O.P.
Leer la intervención de D. Manuel Reyes Mate