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África, el continente olvidado

25 de junio de 2013 África, el continente olvidado

Un año más celebramos en Valladolid, del 21 al 23 de junio, en la ‘Casa de oración Santo Domingo’, de las dominicas de la Congregación Romana de Santo Domingo, el Encuentro de Formación de Acción Verapaz. Con un tiempo más bien fresco, pero en un clima muy cercano y cálido, propiciado por la excelente acogida de las responsables de la casa y la buena convivencia entre los más de treinta participantes, se desarrolló el IX Encuentro, que ya se ha convertido en tradición en Acción Verapaz.

En esta ocasión el tema de reflexión fue: ‘África, el continente olvidado’. Es curioso, pero a pesar de la cercanía geográfica y la presencia cada vez mayor en nuestro país de inmigrantes africanos, el conocimiento de este continente y de lo que allí acaece, es escaso e insuficiente y predominan los estereotipos y los prejuicios, más que un conocimiento objetivo de la realidad africana y de los motivos y situación real de los inmigrantes africanos que llegan a nuestro país. Este hecho fue el que justificó la elección del tema y lo que, a lo largo de estos dos días se nos presentó, confirmó esa necesidad de una mayor información sobre este continente.

La mañana del sábado reflexionamos sobre el tema, ayudados por Antonio Díaz de Freijo, religioso mercedario que pasó 13 años en África, en Burundi, de donde fue expulsado en el momento de la llamada ‘Guerra de los Grandes Lagos’. De su ponencia resaltamos los siguientes puntos:

  • África es un continente plural y diverso. Por eso querer resumir la realidad de ese continente, cultural y humanamente diverso, no es fácil, pero si es posible poner de relieve algunos puntos comunes.
  • El primero es que siendo un continente rico no sólo cultural y humanamente, sino también en recursos: minerales diversos, tierras fértiles..., hasta un 50% de su población vive bajo el umbral de la pobreza. Entre las razones la principal es ésta: sus recursos no están al servicio de su población, sino de intereses foráneos. Y esto no sólo en el pasado, por el proceso colonizador, sino también en el presente. A este respecto recordó no sólo el expolio de sus recursos como el petróleo, los minerales (oro, diamantes, caserita, coltán…) en manos de los otros países y de empresas multinacionales, sino también el de un fenómeno actual, recordado por el ponente: la compra y acaparamiento de sus tierras a cargo de los mismos protagonistas. Como motivos y efectos de esta compra masiva de tierras africanas se podrán señalar los siguientes: el abastecimiento de alimentos de sus propias poblaciones, como es el caso de China, que los necesita para abastecer a su población de más de mil trescientos millones de habitantes; y su uso para las nuevas forma o tipos de combustibles. Entre los segundos señaló los siguientes: 1) la producción de alimentos no sirve para alimentar a la población africana, sino para la exportación y para reportar beneficios a los nuevos dueños de las tierras; 2) los alimentos, al convertirse no el medio para la satisfacción de una necesidad humana básica, sino en una mercancía más, sometida a la ley de la oferta y la demanda, incrementan tanto su precio que los pone fuera del alcance de una población empobrecida. El flagelo del hambre, que castiga a muchos africanos es más efecto de esta mercantilización de la producción alimentaria que de fenómenos naturales como las sequías. Y 3) otro efecto de este modelo económico, basado en el expolio de los recursos de África, ha sido la proliferación de los conflictos armados, derivados de la lucha de intereses entre los propios expoliadores. En este sentido recordó como especialmente dramático y merecedor de denuncia el caso de los niños soldados.
  • Otro punto común en la situación de los países africanos es que sus poblaciones no siempre son defendidas de estos expolios por sus gobernantes, al contrario estos con demasiada frecuencia se dejan corromper y se ponen más al servicio de los intereses de otros países o de las multinacionales.

La ponencia, afortunadamente, no se quedó sólo en la exposición de los graves problemas que sufre el continente africano, sino que puso de relieve también sus aspectos positivos o las muchas posibilidades que este continente tiene de salir adelante y que concretó así: 1) África progresa y crece no sólo económicamente, sino también en otros aspectos: disminución de los conflictos armados - África y los africanos están cansados de las guerras y de la violencia - señaló el ponente; 2) Democratización política y 3) Recuperación y despertar de su enorme riqueza cultural y humana.

El trabajo en grupos que siguió a la charla permitió avanzar y profundizar en el conocimiento de África, a partir de la mucha e interesante información que nos fue proporcionada.

La tarde del sábado y la mañana del domingo estuvieron dedicadas a la presentación de experiencias.

Antonio Díaz de Freijo, obligado a salir de África, no por eso dejó de pensar y sentir como propia la situación de su gente, sobre todo al constatar la creciente presencia de población inmigrante africana en España y las dificultades y problemas que este sector atraviesa. Por eso, para dar respuesta a esta nueva situación se fundó en 1991 la Asociación Karibu, cuya razón de ser y experiencia de trabajo nos presentó en la primera parte de la tarde.

Karibu, que significa ‘bienvenido’ en Swahili, nació para ofrecer acogida y un lugar de encuentro a los africanos que llegaban a Madrid. Dos eran y siguen siendo sus objetivos: protección humanitaria e integración social. Los variados servicios que desde ella se prestan, se ordenan al cumplimiento de estos objetivos. Son los siguientes: servicios de acogida, sanitario, jurídico, de orientación laboral, ayuda humanitaria, alojamiento temporal, para el acceso a la vivienda y, junto a estos, actividades formativas, con especial atención a la formación de las mujeres y visitas a los internos en el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros).

En la segunda parte Cristina Antolín, dominica de la Congregación de Santo Domingo, que lleva veintiocho años en África, primero en el Zaire, hoy República Democrática del Congo y luego en Camerún, nos presentó su experiencia como misionera en estos dos países.

Comenzó diciendo que en África había podido conjugar perfectamente su doble vocación: la vocación médica, que sintió desde muy niña, y la vocación religiosa, que se le despertó en el colegio tras escuchar la experiencia de una dominica que llegaba de África, que mostraba las enormes carencias que en este campo había en África. Para eso, antes ir a África hizo la carrera de Medicina.

Con esta preparación y con mucha ilusión inició su experiencia en la entonces llamada República del Zaire. Para la adaptación de sus conocimientos médicos a la realidad africana y a las enfermedades tropicales le sirvió de guía un médico congoleño ya enfermo y que vio en ella la persona que podría continuar su labor. De este médico se reconoce enormemente deudora.

Cuando la situación de guerra en el Congo hizo imposible su permanencia allí, fue destinada a Camerún donde continuó su labor misionera a través del ejercicio de la medicina. El cauce fue el hospital San Martín de Porres, construido en un barrio pobre de Yaoundé por iniciativa de 5 Congregaciones de dominicas. A través de la profesión y ejercicio de la medicina confiesa con entusiasmo que ha podido cumplir una misión tan evangélica como es la de sanar, cuando ello fue posible, y en los casos en los que no era posible, acompañándoles en el proceso que pudiera llevarles a una muerte humanamente digna. El soporte fotográfico nos permitió entender mejor, ante las graves dolencias que atendía, la importante labor samaritana cumplida desde su profesionalidad como médica y desde el valor evangélico de la compasión. Nos contagió a todos su entusiasmo en el ejercicio de su profesión, entendida como servicio a los demás, en este caso a los enfermos.

El domingo en la mañana bajo el título ‘La cárcel, un horizonte abierto a la esperanza’, Macu Meneses y Fernando (de la ONG Horizontes Abiertos) nos acercaron al trabajo de visita y acompañamiento a reclusos africanos. Resultó especialmente impactante el testimonio de los dos senegaleses que también les acompañaban y que habían pasado tres años y medio por la cárcel y por un CIE (Centro de internamiento para Extranjeros). Dos conclusiones claras nos dejaba esta experiencia:

La ley de Extranjería que se aplica a los inmigrantes parece cumplir más el objetivo de castigo e intimidación de los inmigrantes que el de la de reinserción social, que la ley dice que busca cumplir.
Los CIE, como mostraba la experiencia de estos dos senegaleses, se aproximan mucho a lo que son los campos de concentración. Por eso, se nos invitaba a denunciar estas situaciones y a pedir su supresión inmediata, pues contravienen todos por principios vigentes en nuestra legislación referente al respeto de las personas y sus derechos.

Ver ponencias y galería de fotos en la web de www.accionverapaz.org

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