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Bernardo: Un fraile treintañero, físico, violinista e instagramer

8 de noviembre de 2023 profesion solemne bernardo sastre 2
Lunes 06.11.23
EL NORTE DE CASTILLA
Laura Negro

  Entre partituras y ecuacio­nes. Entre 'likes' y 'ave­ marías'. Así se desarrolla la vida de Bernardo Sastre Zamo­ra (Valladolid, 1993), un polifa­cético joven de 30 años cuyas in­quietudes abrazan mundos tan distintos como las ciencias, la música, las redes sociales y la es­ piritualidad. Él es físico, violinis­ta, instagramer, fraile dominico y muchas cosas más. Todo un hombre del renacimiento en la era digital.

  Bernardo descubrió su amor por la música a muy temprana edad. Hijo de un abogado y una filóloga clásica, a la temprana edad de 7 años, sus dedos ya se deslizaban con cierta soltura por las cuerdas de su violín. Al llegar a la facultad, la Joven Orquesta de la Universidad (JOUVa) se convirtió en su hogar, y cada nota que tocaba se convertía en una pincelada en su alma. Este amor por la música barroca, especialmente la de Bach o Handel, no fue solo un pasatiempo, sino una fuente inagotable de inspiración que todavía le acompaña hoy en día. «Expresarse a través de un violín te da cierta sensibilidad, y creo que eso fue lo que hizo crecer mi vocación por Dios», comenta.

  No obstante, Bernardo nunca se conformó con devorar acor­des y partituras. Su insaciable curiosidad y hambre de conocimiento lo llevó a adentrarse en el mundo de la física, una materia que también le fascinaba. Estudió el grado de Física en la UVa, y desde el primer curso y la primera asignatura, las leyes que rigen el cosmos se convirtieron en su nueva partitura, en la cual encontró la armonía que siempre había buscado en su vida. 'La ciencia siempre me ha interesado. Pone en diálogo nuestra mente y nuestra vida intelectual con la realidad. Me parece muy sorprendente que podamos conocer la naturaleza a través de leyes. El hecho de descubrir en la naturaleza cosas que tengan sentido para mí es una forma de buscar la verdad, y eso se conecta también con el carisma de los dominicos, el amor y la búsqueda incansable de la verdad de las cosas», indica.

fray bernardo violinFoto: Rodrigo Jiménez

  Cuenta que la vocación le lle­gó en diciembre del 2014, mien­tras tocaba en la JOUVa y estaba a punto de finalizar sus estudios de Física. Fue entonces cuando descubrió que Dios le hablaba a través de la música. En cada par­titura encontraba una manera única de expresar su espirituali­dad y conectarse con lo divino. Siempre había creído en Dios, pero nunca lo había experimen­tado tan clara y cercanamente.

  La música de orquesta fue el canal a través del cual podía ex­presar sus sentimientos más profundos y elevar su espíritu. «Dios me hablaba, sobre todo, a través de la música orquestal. Es como una experiencia que trasciende. Tocar solo está muy bien y me aporta mucho. Pero tocar en grupo es como construir algo que te supera. Eso también es comparable a la Iglesia, don­ de cada uno tenemos nuestra función. Igual que los músicos, cada uno hacemos lo mejor po­sible para construir algo en co­mún, que sería la fraternidad, el Reino, y así seguir humanizan­do nuestra sociedad».

La 'llamada'

  Su familia siempre tuvo relación con los dominicos del convento de San Pablo y San Gregario. Hasta recibir la 'llamada', la Iglesia siempre había formado parte de su vida como complemento, pero entonces pasó a ser el centro de todo. «Dios me estaba llamando para ser fraile dominico. Hablé con algunos hermanos, también amigos de mi familia, y en 2016 me animé a ingresar en el Prenoviciado de la Provincia de Hispania, del Convento del Santo Cristo del Olivar en Madrid, donde seguí fortaleciendo mi vocación. Al año siguiente, hice mi noviciado en el convento de Santo Tomás de Sevilla, cuyo inicio estuvo marcado por la apasionante toma del hábito», recuerda.

  Bernardo continuó su formación en Teología y participó en proyectos apostólicos. Estudió en la Facultad de Teología de San Vicente Ferrer y vivió en el Real Convento de los Predicadores de Valencia. Posteriormente, prosiguió sus estudios en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma. Realizó el primer curso del Máster en Teología en Lovaina (Bélgica) y actualmente está cursando el segundo en Salamanca, donde también está desarrollando su tesis. En mayo de 2023, fue ordenado diácono. Su vida como fraile dominico le ha proporcionado un equilibrio único entre la reflexión intelectual, la práctica espiritual y el servicio a la sociedad. En sus propias palabras, "Mi meta es seguir siendo feliz y sirviendo a los demás en este camino como fraile, a través del estudio, la música, la liturgia y la labor pastoral. En el futuro próximo, también recibiré el don de la ordenación sacerdotal", comenta.

La fe y la razón

  Reconoce que, cuando sintió la llamada, él fue el primer sorpren­ dido. Para su familia y amigos también fue algo chocante, aun­ que luego le vieron todo el senti­do. «Siempre me ha gustado la ciencia y el estudio y en el con­ vento encontré una nueva forma de felicidad y un camino que me hace sentirme realizado corno persona y que me lleva a ayudar a otros a encontrar y a hacer cre­ cer su vocación», subraya. «Yo me siento pleno. Es verdad que hay pruebas que son muy duras, casi como piedras de tropiezo, pero que sirven para probar que es tu auténtico camino de vida», añade.

  Fray Bernardo ha sabido con­ jugar y poner en encuentro la fe y la razón. «Existe la creencia ge­neral de que lo todo lo relaciona­do con la ciencia es objetivo, mientras que la espiritualidad es más subjetiva, sin embargo, la ciencia tiene también mucho de subjetivo y la religión de objeti­vo. Einstein hablaba de la fe cien­tífica, no sólo de la fe religiosa. Y si nosotros confiamos en la cien­cia es, entre otras razones, por­ que hay una comunidad cientí­fica fiable en la que ponemos nuestra esperanza», indica.

  Pero es que, además, este jo­ven fraile predica a través de las redes sociales, concretamente a través de su cuenta en Instagram @curiosidades_academicas. «Lo que intento es dar testimonio de esa unidad entre vida y misión. Comparto imágenes y palabras de esperanza para inspirar y ayu­dar, y que el contenido sirva como referente cultural y vital para el que lo necesite», comenta fray Bernardo.

  Como cualquier joven de su edad, tiene otros muchos intere­ses y hobbies. Le gusta salir en bicicleta e ir al cine, sobre si se trata de películas Disney o de ciencia ficción. Y para aque­llos jóvenes que crean que pue­den estar recibiendo la llamada de Dios, tiene el siguiente conse­jo: «Que no tengan miedo. Que hablen con nosotros, o con los re­ligiosos, sacerdotes o laicos que consideren, pero que no lo dejen caer en saco roto, porque sería una lástima que se perdieran una vida que merece la pena», con­cluye fray Bernardo, quien es el claro ejemplo de cómo las pasio­nes aparentemente divergentes pueden converger en un propó­sito más elevado.

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