Despedida a las monjas dominicas de Albarracín
8 de noviembre de 2013Las ocho Madres Dominicas de clausura del monasterio de San Esteban y San Bruno de Albarracín recibieron ayer un emotivo homenaje popular en su despedida de Albarracín tras cuatro siglos de presencia en la localidad, desde su fundación en 1621.
La celebración tuvo lugar en la Iglesia de Santa María, donde las hermanas fueron recibidas con un sonoro aplauso de todas las personas que se habían acercado al templo para acompañarlas en esta despedida. Un sonoro homenaje con el que el que Albarracín mostraba su cariño y agradecimiento por la presencia de esa comunidad en la ciudad.
Antes de comenzar la celebración, se leyó una breve reseña histórica de la presencia de las Madres Dominicas en Albarracín. Se aprovechó el momento para perdirlas “perdón por no haber sabido valorar el regalo de la presencia de las monjas en Albarracín y se despidió de ellas diciéndoles que siempre estarán presentes en nuestras vidas”.
La celebración comenzó con la procesión, desde la sacristía, de los sacerdotes concelebrantes, en total una treintena entre sacerdotes diocesanos y frailes dominicos que se acercaron a acompañar a sus hermanas. La celebración la presidía el obispo de Teruel-Albarracín, Mons. Carlos Escribano.
La priora del Monasterio de San Esteban y San Bruno, sor Milagros Magallón, dirigió unas palabras al público presente y confesó "que siempre estaremos donde estéis vosotros". Explicó las razones que las habían llevado a tomar la decisión de cerrar el convento y unirse a otras comunidades. La elevada edad de las hermanas y la falta de vocaciones, hacía inviable la continuidad de la presencia en Albarracín y, tras un largo periodo de discernimiento en la oración, habían llegado a la conclusión que era voluntad de Dios unirse a otras comunidades de la Federación de la Inmaculada. Las 8 hermanas de Albarracín se dividían y se trasladaban en la tarde de ayer a dos conventos de las Madres Dominicas en Zaragoza.
Sor Milagros Magallón agradeció a los sacerdotes de Albarracín que las han asistido espiritualmente a lo largo de los años, y agradeció también a todos los presentes, "porque hemos sido unas privilegiadas". Dio las gracias, igualmente, “a la Fundación Santa María de Albarracín, porque siempre que hemos pedido ayuda nos la han dado, al Ayuntamiento, a Albarracín y a su Sierra”. Finalizó su intervención afirmando que todos estarían siempre en sus oraciones, “pero que había que asumir el nuevo rumbo de la vida”.
El obispo de Teruel-Albarracín, Carlos Escribano, afirmaba en la homilía que el adiós de las monjas producía una gran tristeza para la diócesis: “La despedida de las Madres Dominicas supone una pérdida irreparable para nuestra comunidad diocesana que pierde el carisma que el Señor entrego a San Domingo de Guzmán en 1215”, pero que entendía que en la situación actual se hacía necesario el traslado: “Los años han mermado sus fuerzas y, aunque su deseo sería permanecer con nosotros, la prudencia manda el que puedan retirarse a otros monasterios para ser atendidas conforme a su vocación contemplativa”. Finalizó su homilía dando gracias a las Madres Dominicas por su trabajo, silencio, oración, por haber hecho tanto bien y dado tanta paz, por su amor a Dios. Leer la homilía completa
Al final de la celebración, llegó el momento de la acción de gracias. Entre los agradecimientos, el de Dioni Yáñez en nombre de los trescientos jóvenes que, en los últimos años, fueron acogidos por las hermanas cada Semana Santa en las Pascuas rurales organizadas por el Movimiento Juvenil Dominicano; y el de sor Mª Teresa de Jesús Gil, Madre Federal de la Federación de la Inmaculada, quien se refirió a la despedida de las monjas de Alabarraciín como un momento triste, pero también "es momento de esperanza porque las monjas, por vocación, están en el corazón de la Iglesia, y desde el Señor Jesús se llega a cualquier lugar. Por eso, desde Zaragoza, donde son acogidas por dos comunidades de dominicas, seguirán aquí, orando con fe por este querido lugar, por la querida diócesis de Albarracín".
Las ocho Madres Dominicas del Monasterio de San Esteban y San Bruno de Albarracín tienen una edad elevada. Sor María Amada Pérez, 83 años; sor Angeles Senz, 80 años: sor Dolores Alonso, 79; sor Inmaculada Yagüe, 79, sor Esther Magallón,77; María Teresa Latorre, 67: sor Milagros Magallón, 80 y sor Margarita Villarroya, 79. Las ocho Madres Dominicas se desplazaron en la tarde de ayer a Zaragoza. Tres de ellas se fueron a un convento de las Madres Dominicas en la carretera de Logroño y las otras cinco restantes al convento de las Madres Dominicas ubicado en la Vía Hispanidad de Zaragoza.
Fuentes: Diario de Teruel y Diócesis de Teruel-Albarracín