El final de verano de retiro en Caleruega
1 de septiembre de 2018Más de 40 frailes dominicos de la Provincia Hispania han pasado los últimos días de agosto de retiro en Caleruega. Es una forma de iniciar el curso, reflexionando y orando en comunidad.
Fr. Néstor Rubén Morales ha hecho de cronista en esta ocasión, contándonos cómo han sido esos días de retiro y encuentro de los dominicos:
Desde el lunes 27 de agosto, en torno a cincuenta frailes de la provincia de Hispania se reunieron en la cuna de santo Domingo, Caleruega, para participar en el retiro que cada año convoca la Curia Provincial. Es una ocasión para reflexionar, compartir y discernir nuestro andar como frailes y como provincia. La llegada estuvo prevista para la cena y, como siempre, fue un momento de fraternidad, diálogo y reencuentro con nuestros hermanos.
En la mañana del martes, día de San Agustín, la eucaristía estuvo presidida por Fr. Moisés Pérez, maestro de estudiantes, quien en su homilía nos recordó la tentación que podemos tener de caer en el pelagianismo, herejía combatida por el santo, y nos exhortó a vivir más desde la gracia de Dios y menos desde la confianza en nosotros mismos. En esta ocasión las charlas estuvieron animadas por nuestro hermano Fr. Jean-Claude Lavigne, socio de la provincia de Francia. Con un estilo sencillo y cercano, desde lo que es y vive, intentó desvelarse ante nosotros para así iluminar cada una de sus ponencias. Las reflexiones para estos días estaban enfocadas según las tres grandes polaridades del predicador: alabar, bendecir y predicar. En la primera sesión reflexionamos sobre la alabanza como actitud primordial para la fe, y en la tarde la enfocamos como una condición de la gracia recibida.
Al mediodía los frailes nos reunimos en el pocito de Santo Domingo: allí tuvimos una oración animada por Fr. Óscar Jesús Fernández, maestro de novicios, que nos invitó a renovar nuestra vida bebiendo de la fuente primera, Cristo; fuente de la cual bebía Nuestro Padre santo Domingo. Las vísperas fueron presididas por Fr. Ismael Cuesta, el cual destacó tres virtudes esenciales de san Agustín que pueden iluminar nuestro ser de predicadores: su libertad para no estar atado a las cosas, su pasión permanente por la verdad y su amor a Dios como criterio principal de su vida.
El segundo día de retiro lo iniciamos con el rezo de laudes y la celebración de la misa: en esta ocasión presidía Fr. Javier Aguilera, submaestro de novicios, quien nos iluminó sobre el sentido que tiene el martirio de san Juan Bautista en nuestro hoy; nos animó a centrar nuestra mirada en Dios, a predicar con la palabra y con la vida y, por último, a asumir las consecuencias de nuestra predicación. La meditación del día la dedicamos al segundo pilar dominicano, bendecir: decir cosas buenas y decirlas bien. Un decir que siente bien, un decir que procede del bien y retorna a él; un bendecir cuyo autor es el Espíritu Santo.
Al mediodía los frailes estudiantes realizaron una oración mariana en la capilla conventual, recordándonos la relación tan especial que tenía santo Domingo con la Virgen María, y la importancia que tiene para el predicador la disponibilidad: saber decir sí, como María. Las vísperas de la tarde estuvieron presididas por Fr. José Antonio Quevedo, quien nos exhortó a estar disponibles y dispuestos en nuestro andar como predicadores, permitiendo dejar espacio a los demás, y estar abiertos a los cambios que se presentan.
En la mañana del tercer día, la misa y los laudes fueron presididos por el prior de Caleruega, Fr. Julián de Cos, que nos animó a estar en vela, atentos y preparados, porque no sabemos cuándo ni cómo Dios se hace presente en nuestra vida, ya sea regalándonos un anticipo de su reino o en nuestra muerte. La mañana la dedicamos al ministerio de la predicación, ministerio que supone sumergirse en un cara a cara entre la escritura y lo que uno es; por ello, la función principal de la predicación, nos recordaba nuestro hermano, consiste en abrir una puerta en la vida. También reflexionamos sobre cuáles son nuestros lugares de predicación, y se nos hizo un llamamiento a tener en cuenta la misericordia como predicación primera.
La oración del mediodía fue animada por Fr. Edgar Amado, que de manera sencilla y profunda nos invitó a meditar con un texto bíblico que dio paso al sacramento de la reconciliación. Las vísperas de la tarde estuvieron a cargo de Fr. Juan Carlos Cordero, secretario de provincia: en su reflexión agradeció la presencia de nuestro hermano Fr. Jean Claude, así como la de todos los hermanos que participaron en el retiro, y nos recordó que quien nos une y nos convoca es el Espíritu Santo.
Para finalizar, los laudes y misa del ultimo día estuvieron presididos por nuestro padre provincial, Fr. Jesús Díaz Sariego, que en su homilía exhortó a los jóvenes a afinar bien la mirada y el oído a través del buen cine, la buena música y la literatura, pues en las artes se muestra el corazón del hombre, y es ese corazón el que tenemos que descubrir para poder predicar. También animó a todos los frailes a convertirse a la alabanza, a la bendición y a la predicación, pues la conversión supone siempre admitir la presencia de lo nuevo.
Fueron días muy provechosos que nos han permitido regresar a lo fundamental desde el encuentro, el diálogo, la convivencia y la fraternidad; días que permiten llenarse de la presencia del Espíritu para iniciar con ilusión un nuevo caminar.