El Maestro de la Orden invita a imaginar nuevas maneras de colaboración y participación
4 de noviembre de 2011Ante la inminencia del Día de la Familia Dominicana, el 7 de noviembre, fiesta de todos los santos de la Orden, el Maestro General, Fr. Bruno Cadoré OP, invita a celebrar la alegría compartida y a crear juntos e imaginar nuevas maneras de colaboración y de participación en esta ‘familia’ cuya “esperanza es ser hermanos y hermanas a través del anuncio del Evangelio como buena noticia para nuestro mundo”.
En un editorial publicado en el sitio web de la Orden www.op.org, Fr. Bruno subraya que “la comunión en una misma misión es lo que nos alegra cuando hablamos de ‘familia dominicana’”. “Esa misma comunión en la misión está sellada por nuestra esperanza compartida de que el anuncio del Evangelio es el camino por medio del cual queremos acoger y responder a la promesa de la santidad”, puntualizó.
El Maestro de la Orden asevera que “la familia dominicana no es primordialmente un asunto de definiciones, sino que se construye a medida que aprendemos juntos a vivir la alegría de llevar el Evangelio al mundo, por medio de la contemplación y la predicación, a través de obras o de presencias más discretas, por medio de la convicción de que el mundo es capaz de bondad y de que se puede construir para Dios”. “La familia dominicana se construye en la medida en que reconociendo mutuamente los carismas de cada uno, queremos anunciar juntos el Evangelio mediante el signo de la fraternidad”, destaca.
Día de la Familia Dominicana
El Capítulo General de Providence invitó a todos los frailes a celebrar un día anual de la Familia Dominicana, sugiriendo como fecha el 7 de noviembre, fiesta de todos los santos de la Orden (n° 429). ¡Esta fiesta se acerca!
El 7 de noviembre celebramos todos los santos y santas de la Orden. Por supuesto, hay muchos santos y santas que conocemos bien y que tienen su día propio en nuestro calendario litúrgico. Pero en este día de “todos los santos”, celebramos también la memoria de todos aquellos, conocidos o desconocidos, que a lo largo de los siglos han optado y han vivido plenamente el anuncio del Evangelio como su camino de santificación. Ellas y ellos hacen parte de esa multitud de hermanas y hermanos que Domingo veía con alegría reunidos en torno a la Madre de Dios
La comunión en una misma misión es lo que nos alegra cuando hablamos de “familia dominicana”. Esa misma comunión en la misión está sellada por nuestra esperanza compartida de que el anuncio del Evangelio es el camino por medio del cual queremos acoger y responder a la promesa de la santidad. Nuestra comunión se traduce en diversas iniciativas de colaboración, así como en obras y proyectos dirigidos conjuntamente. Durante mi primer año de “peregrinación por la Orden” (como bien decía Timothy Radcliffe), he tenido la alegría de ver esta comunión hecha realidad en muchas lugares y de admirar a la familia dominicana en acto.
¡Qué alegría tan grande encontrar a monjas, frailes, hermanas y laicos compartiendo el gozo de predicar el encuentro con Cristo, de vivir la fraternidad, de hacer resonar la Palabra de Vida, de sembrar esperanza en el corazón del mundo! Sí, la familia dominicana no es primordialmente un asunto de definiciones, sino que se construye a medida que aprendemos juntos a vivir la alegría de llevar el Evangelio al mundo, por medio de la contemplación y la predicación, a través de obras o de presencias más discretas, por medio de la convicción de que el mundo es capaz de bondad y de que se puede construir para Dios. La familia dominicana se construye en la medida en que reconociendo mutuamente los carismas de cada uno, queremos anunciar juntos el Evangelio mediante el signo de la fraternidad.
En esta día anual de la Familia Dominicana estamos invitados a celebrar la alegría que compartimos. Estoy seguro de que ya hay diversas iniciativas en muchos lugares de la Orden. Ahora que se acerca el Jubileo de la Orden, la organización de esta Jornada en todo el mundo, puede ser una muy buena preparación para el año 2016, que será para todos una oportunidad de volver de nuevo a las fuentes de nuestra misión común. Es un día para invitar también a todos aquellos que de tantas maneras quieren consagrarse a esta misión. Es un día para crear juntos y para imaginar nuevas maneras de colaboración, nuevas maneras de participar en esta « familia » cuya esperanza es ser hermanos y hermanas a través del anuncio del Evangelio como buena noticia para nuestro mundo.
Fr. Bruno Cadoré, O.P. Maestro de la Orden