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En Dios vivimos, nos movemos y existimos

18 de junio de 2013 En Dios vivimos, nos movemos y existimos

Una hermana del Monasterio de Sta. María la Real de Bormujos nos relata así su participación en el curso:

"En los primeros días de este mes de junio, concretamente del 4 al 7, se nos ha regalado la oportunidad de hacer un parón en nuestra cotidianidad monástica, para que juntas sabiéndonos y sintiéndonos hermanas volver a la fuente que nos hace una en la Iglesia, una en Dios, para Dios y los hermanos.

Llegamos a casa de Fray Domingo desde las federaciones de España con ganas de ahondar en la experiencia de Dios de hermanos y hermanas que nos han precedido en el camino de la fe y la familia dominicana. De la mano de los místicos renanos hombres y mujeres como Eckhart, Enrique Suso, Elsbeth Stagel, Matilde de Magdeburgo,… y guiados por nuestros hermanos Silvia Bara OP y fray Brian Pierce OP. Nos pusimos manos a la obra, para como ellos profundizar en nuestra capacidad de Dios, de ser feliz en El y por El. Valiéndonos de las palabras de San Pablo- como hemos titulado este texto-, “En Dios vivimos, nos movemos y existimos”. Nada hay lejos de Dios, fuera de El, nada puede tener vida si no es por su Voluntad y su Gracia. Dios es tan natural a nosotros, que como bellamente lo expresa San Agustín en el libro de las Confesiones: “nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Él”.

Monjas Dominicas. Místicos renanos. Caleruega.La experiencia profunda, vital de estos hermanos nos lleva a fijar la atención en cómo vivimos el momento presente, único momento que tenemos para vivir y entréganos a Aquel que nos da el ser. La libertad en las relaciones, la libertad ante lo material, los gozos o sufrimientos nos ayudaran a mantenernos firmes en nuestra roca que es Dios. Vivir en Dios es vivir en lo eterno, hacia lo que tiende todo corazón humano y como no, todo consagrado. Esta es la Buena Noticia anunciada y predicada por nuestra Orden y nosotras como dominicas contemplativas así lo queremos experimentar y hacer vida para hacer creíble nuestro anuncio.

Lo hemos vivido intensamente en estos días, tanto al compartir vivencias y sueños, en la oración litúrgica, en nuestras largas caminatas por los campos de Castilla alabando y contemplando al creador a ejemplo de Domingo. Algunas de nosotras hicimos Lectio Divina con las lecturas de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fiesta que pudimos celebrar en tan bendito lugar. Ese día en la homilía también se nos exhorto a sentirnos a cada una de nuestras comunidades como las noventa y nueve ovejas quedan orando en el redil para que el pastor pueda encontrar a la oveja perdida. Así nosotras oramos por los frutos del apostolado de nuestros hermanos y hermanas en contacto más directo con el pueblo de Dios. Algo de esa llamada pudimos experimentar la tarde del jueves cuando en la cripta del pozo de la iglesia de las monjas cada una de nostras fuimos nombradas por nuestro nombre acercándonos a beber, recibiendo la bendición y fortaleza de nuestro padre Domingo. Mientras que el resto de las hermanas oraban por la hermana que había sido llamada.

Damos gracias a Dios por todos los que han hecho posible este encuentro, por los hermanos y hermanas de Caleruega que nos hacen sentir siempre en casa. Casa para todo dominico que tiende a la misma vez hacia la casa del Padre preparada desde la creación del mundo.

El pez no puede ahogarse en el agua, el pájaro no puede caer en el aire, el oro no puede destruirse en el fuego, pues de él recibe su claridad y su brillo. Dios ha concedido a todas las criaturas ser acordes con su naturaleza.

¿Cómo podría yo resistirme a la mía? Tuve que dejarlo todo para acercarme a Dios, que es mi Padre por naturaleza, mi Hermano por humanidad, mi Esposo por amor, y yo soy suya sin comienzo.

¿Creéis que no siento mi naturaleza? Puede quemarme intensamente y con su consuelo refrescarme. Querido amigo de Dios, para ti he descrito este camino de amor. Que Dios lo conceda a tu corazón. Amén.

(Matilde de Magdeburgo)"


Sor Rocío de la Inmaculada OP.
Monasterio Santa María la Real, Bormujos, Sevilla.
 

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