En Jesucristo, firmes en la fe
7 de febrero de 2013Como advertía desde el principio el ponente, el título de la conferencia -inspirado en Col 2,7- dice más en lo no expresado que en lo explícitamente formulado. En su exposición, hilvanada en un tono coloquial acorde con el objetivo de las Conversaciones, quiso ante todo hacerse eco de la vivencia espiritual presente en la fe de muchos creyentes más que ofrecer una información teológica o una formulación dogmática de la misma. Si todavía es posible la fe –comenzaba preguntándose-, ¿por qué la fe tiene que ser firme?
Dos fueron las líneas de desarrollo: la fe de Jesús y la fe en Jesús. Y esto por una razón muy sencilla: porque no debemos hablar de la fe cristiana sino a partir de la fe que profesa Jesús, donde radica en consecuencia el compromiso creyente.
1º) La hermenéutica del diálogo nos puede prestar un buen servicio a la hora de acercarnos a la fe de Jesús para comprender sus intenciones y estado de ánimo, para entrar en comunicación con él. Y es que la fe, tal como la entendía el contexto cultural y religioso del pueblo judío, solo puede desarrollarse en un clima de confianza propicio para el diálogo y fuente del auténtico conocimiento o sabiduría que cerca la verdad, aunque no logre explicarla del todo. Por la confianza “sabemos” y comprendemos la vida; identificamos el dinamismo de los sucesivos procesos conducentes hacia una verdad más plena; nos sumergimos en la oración, su mejor academia de aprendizaje. Es así como en la fe de Jesús desciframos algunos rasgos de su radical confianza que pueden orientarnos y educarnos en nuestra actitud creyente: su fidelidad inalterable al Padre Dios, su fiel lealtad en los momentos de aparente silencio y ausencia, su firme aprecio de la tradición judía y, finalmente, la fecunda creatividad de su fe sanante y liberadora.
2º) ¿Qué ventanas nos abre hoy en día la antropología teológica a la fe en Jesús? Tres serían las expresiones (tomadas del libro de Dn. Olegario González de Cardedal, El rostro de Cristo) que articulan lo esencial de nuestra fe en Jesús: el “Nombre” que nos trasciende e interpela (valor sacramental del bautismo), el “Rostro” que nos seduce (por el que percibimos al Otro, al prójimo) y la “Palabra” que nos compromete (la palabra que brota de la fe conlleva un comportamiento ético). En la fe de Jesús encontramos a Cristo: el Nombre, el Rostro y la Palabra de Dios.