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En memoria de Fray José Martínez Alcaide

10 de septiembre de 2012
En memoria de Fray José Martínez Alcaide

Fray José Martínez Alcaide nació en un pueblo con una larga tradición dominicana, Alfaro (en La Rioja) el 24 de noviembre de 1923. Profesó en la Orden el 6 de octubre de 1940 y fue ordenado sacerdote el 27 de junio de 1948. Durante muchos años fue profesor en el Estudio General, impartiendo teología dogmática. Su último destino fue el convento de Santa Catalina de Barcelona; en Barcelona, hasta que la salud se lo permitió, trabajó en el tribunal de causas matrimoniales del Arzobispado. Era un hombre bueno, amable, sencillo, trabajador, cumplidor y muy amante de la vida religiosa dominicana. Falleció en la residencia de las Hermanitas de los Pobres, en donde ha estado acogido debido a su enfermedad y achaques en los últimos nueve años. Gracias al buen saber del Dr. Castillón, del Hospital San Pablo de Barcelona, y tras seis meses de terapia eficacisima, se consiguió que pasara estos últimos nueve años con total normalidad.

El día 8 de septiembre se celebró la Eucaristía exequial en la residencia de las Hermanitas por expreso deseo de los ancianos residentes, ya que ellos no podían trasladarse a nuestra Iglesia Conventual de la c/ Ausiàs Marc. La Eucaristía fue presidida por el P. Prior de la Comunidad de Santa Catalina Vírgen y Mártir de Barcelona, Fr. Antonio García Lozano, donde el P. José estaba asignado. Asistiron a dicha Eucaristía Las Hermanitas de los Pobres y personal auxiliar, así como los ancianos de esta Residencia, que con tanto cariño han cuidado al P. José; sus sobrinos José Carlos, Marga y Marcos así como sus primos de Barcelona y Alagón (Zaragoza).

A la Misa concelebrada se unieron frailes de varios conventos de la Provincia: fr.. Jaume Boada, fr. José Coloma y fr. Feliciano Paredes, de la comunidad de Girona; fr. Vicente Grau y fr Gregorio Martínez de Santo Domingo del Vedat (Torrent); fr. Ramón Sancho, del convento-colegio de Valencia; fr. Vicente Igual y Enric Casellas de la comunidad de Santo Domingo de los Vergós, y la Comunidad de Santa Catalina de Barcelona. También quisieron unirse varios sacerdotes amigos del P. José y de la Comunidad; cuatro miembros del Tribunal eclesiástico de Barcelona, donde el P. José había trabajado como Secretario y Juez; el Capellán de las Hermanitas y el Sr. Cura Párroco a la que pertenece la Residencia; tres sacerdotes, compañeros de fr. José en la Residencia y dos sacerdotes de la Sociedad de San Juan de Ávila. No podemos olvidar a los dominicos Seglares de la fraternidad de Bailén, que tomaron parte activa en la Misa, como lectores y animadores del canto: La Familia Dominicana de Barcelona: La Priora Provincial de las Dominicas de La Anunciata, de la Provincia de San Ramón de Peñafor acompañada por Hermanas de varias comunidades de Barcelona; Hermanas Dominicas de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción; Dominicas de La Presentación; y un nutrido grupo de amigos y conocidos del P. José.

La Misa de Funeral, según el rito Dominicano, fue sencilla pero cargada de fe y esperanza en la Resurrección de Jesucristo.  El P. Antonio García, había escogido los textos de la Palabra de Dios apropiados a la circunstancia: Carta de San Pablo a los Romanos (6,3-4.8-9) “… Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él…); Salmo Responsorial (102) “El señor es compasivo y misericordioso”, y como lectura del Evangelio la narración de la muerte de Jesús según san Marcos (15,33-39;16, 1-6). Estos textos, precedidos de unas pinceladas de la vida del P. José, fueron la base para su Homilía en la que quiso recalcar que no hay nada que pueda iluminarnos mejor sobre el sentido cristiano de la muerte, como el relato de los últimos momentos de la vida de Jesús. Ante la muerte de Cristo, que nos sitúa en nuestra realidad y en nuestra verdad, no cabe otra actitud que el silencio y la gratitud. Lo mismo ante la muerte del P. José nuestra actitud debe hacer referencia a la de Jesús: silencio para no llorar solamente, sino para orar con por, y gratitud por su vida, recordando las palabras de s. Pablo a los Romanos.

Y continuó: Pascal, escribió que Cristo, en sus fieles, está en la agonía de Getsemaní hasta el fin de los tiempos. Solamente el Señor sabe el Getsemaní que pasó el P. José, por muchos motivos pero sobre todo por su larga enfermedad. Pidamos para todos nosotros que el Señor nos ilumine con la luz de la fe y renovémosla hoy con las palabras del soldado romano ante la muerte de Cristo: “Realmente este hombre era hijo de Dios”. Nos quedamos con el recuerdo de estas palabras del soldado romano: “P. José, ahora ya eres realmente hijo de Dios”. Al final de la Eucaristía no faltó el canto de la Salve, intercediendo ante María, madre de los Predicadores y el canto a Ntro. P. Sto. Domingo “O lumen”. A continuación se procedió a llevar el cuerpo del P. José al cementerio. Que nuestro hermano descanse en Paz.

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