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Fallece fr. Maximiliano García Cordero

9 de noviembre de 2012

Fray Maximiliano García Cordero, era natural de Nembra, en el concejo de Aller (Asturias), donde vio la luz el 3 de marzo de 1921. Vistió el hábito dominicano en el convento de San Esteban en octubre de 1936 e hizo su primara profesión el 5 de octubre de 1937. En este mismo convento inició sus estudios de filosofía y teología.

Cumplió su noviciado y sus estudios en días de extrema intranquilidad motivada por la guerra civil y la vida del noviciado y de los estudiantes estaba llena de zozobra y dolor por los desastres de la guerra, por los compañeros incorporados a filas y por la escasez de alimentos, que marcó negativamente su fuerza física y la cercanía de la enfermedad.

El 5 de marzo de 1942 hizo su profesión solemne. Recién acabada la carrera, fue ordenado de sacerdote el 9 de julio de 1944 y a continuación fue enviado a Madrid a estudiar en la Universidad Central. Posteriormente fue enviado en 1946 a especializarse al Instituto Bíblico de Jerusalén, graduándose por la Pontificia Comisión Bíblica de Roma, en la que también haría años después los estudios de doctorado. En Jerusalén vivió dos años que le marcaron profundamente en su vida religiosa e intelectual. Muchas veces le oímos que fueron estos los años más felices de su vida y los que marcaron su vivencia religiosa y su inequívoca vocación intelectual por los estudios bíblicos.

Su tarea como profesor abarca largos años que van desde 1948 a 1991, primeramente en la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, y después en la Facultad del Norte, sede de Burgos, y en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde fue profesor desde 1950 hasta su jubilación en 1991.

Con una capacidad asombrosa para las lenguas, se sirvió de ello para investigar las culturas orientales que han dejado alguna huella en la Biblia. Su conocimiento de las Sagradas Escrituras era casi exhaustivo, como lo demuestran sus obras, entre las que destacan su Comentario a los Libros Proféticos; Jesucristo como problema; Los grandes interrogantes en torno al Hombre-Dios; La esperanza del más allá a través de la Biblia. También sus innumerables artículos, notas y colaboraciones en Semanas Bíblicas y en Congresos hacen de él un eminente exégeta de nuestros días. La Orden Dominicana reconocía expresamente sus méritos docentes e investigadores y le investía como Maestro en Teología el año 1995.

Dotado de una prodigiosa memoria, recordaba al detalle cualquier dato de los muchos libros que leía o de sus visitas a Tierra Santa. Su ciencia la compartía no sólo con sus alumnos en la Facultad de San Esteban y en la Universidad Pontificia, sino en sus muchas predicaciones, en conferencias y, sobre todo, en su prolífica bibliografía que nos ha legado sobre los más variados temas bíblicos.

Dominado por una enfermedad que le hacía en gran parte dependiente de la ayuda de los enfermeros, pasó los cinco últimos años en la Enfermería dominicana de Villava, en Navarra. Y hasta el último momento agradeció las atenciones allí recibidas y el esmero de todos en hacerle la vida confortable y sin sufrimientos. Así es como dulcemente y sin molestias físicas pasó a entregar su alma a Dios el día 5 de noviembre de 2012. Para Dios queda una persona que le sirvió profundamente en el trabajo intelectual. Que el Señor le tenga junto a sí.

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