El día 26 de marzo, repentinamente, entregó su alma al Señor nuestro hermano Fr. Jesús Samaniego Ogueta a la edad de 93 años.

Había nacido en Marquínez (Álava) el 19 de marzo de 1919. Conoció la Orden en Zaragoza con motivo de su Servicio Militar; fue acompañado por las Monjas de Alfaro y los frailes del convento y decidió tomar el hábito, lo que tuvo lugar en Alicante en el año 1950. Profesó como Hermano Cooperador el 19 de marzo de 1951. Estuvo destinado durante breve tiempo en los conventos de Manacor y Cardedeu y en el año 1955 lo fue al Convento de Sta. Catalina V. y M. de Barcelona hasta el momento de su fallecimiento, es decir, 57 años.

Hasta un año antes de su fallecimiento se dedicó por completo a la iglesia, como sacristán menor. Labor nada sencilla e incluso trascendental. Él lo hacía todo, que no eran pocas cosas y muy raras veces falló, porque siempre gozó de muy buena salud. Resultaría prolijo tan solo enumerar los cometidos que realizaba, siempre puntual y eficaz. Pero si importante era esto, también lo era su contacto, con su pastoral, con los miles de fieles de nuestra iglesia que pudo tratar. Sus grandes devociones fueron: María, el Rosario, y San Martín de Porres. No es éste el lugar para poder plasmar mínimamente su labor y entrega.

El funeral de “corpore in sepulto” se celebró el día 27 de marzo en nuestra iglesia conventual, después de haber estado expuesto en el tanatorio que las Hermanitas de los Pobres tienen y que, como siempre, gentilmente nos ofrecieron y a las que nunca daremos las gracias suficientes por tantas cosas. Fue presidido por el P. Provincial, acompañado por los miembros de la comunidad en pleno, representantes de las comunidades de Los Vergós, Gerona, Predicadores de Valencia, Fr. Rafael Colomé, Prior Regional de América del Sur, P. Joaquín, de la Sociedad de San Juan de Ávila.

Asistieron los hermanos y sobrinos de Fr. Jesús, representantes de todas las Ramas de la Familia Dominicana, Hermanitas de los Pobres y un nutrido grupo de fieles, aunque por las circunstancias, una gran cantidad de ellos no ha tenido conocimiento del suceso. La repercusión va a ser grande y profunda.

El Prior Provincial, en su homilía, trazó una breve biografía, y resaltó de Fr. Jesús su plena atención a la iglesia, a los fieles y a los que estaban fuera (los mendigos). Su bondad, caridad y sencillez. Valoró de forma especial en él su devoción al Rosario dentro de toda la trayectoria que esta devoción ha tenido en este convento. Destacó que “Fr. Jesús era un hombre feliz, muy feliz y el origen de esa felicidad es que se sentía identificado con lo que hacía”.