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"Las razones de la fe"

30 de enero de 2013
"Las razones de la fe"

El cristiano ha de estar dispuesto a dar respuesta a todo el que le pida razón de su esperanza (1 Pe 3,13). Una esperanza que está anclada en la fe como acto de adhesión incondicional: “yo sé bien en quién tengo puesta mi fe” (2 Tm 1,14). De ahí su lenguaje testimonial: “Creí, por eso hablé” (2 Cor 4, 13). Juan Pablo II comentaba: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (Enc. Fides et Ratio).

Fue a partir de estos textos como el sacerdote diocesano José Luis Carabia, Catedrático de Teología Dogmática en la sede de Burgos de la Facultad de Teología del Norte de España, comenzó contextualizando su exposición. La fe y la razón, dentro del entramado biográfico del sujeto, conducen hacia la verdad. La articulación de la fe cristiana comporta una reflexión profunda desde la teología y la vida: ¿Por qué creo si es que creo? El creyente experimenta la necesidad de darse razones para creer.

Ahora bien, ¿qué entendemos cuando hablamos de la fe? El ponente fue desgranando las múltiples acepciones y matices del término desde la fenomenología, la filología y la filosofía para desembocar en su complejidad teológica. Consideraciones todas ellas que convergen en los dos aspectos claves e indisolubles que entraña y acoge la fe cristiana: la adhesión a una Persona (la obediencia de la fe como encuentro) y la aceptación de la Verdad propuesta (la autoridad y credibilidad de la revelación).

Como ocurrió en los primeros cristianos, la actitud creyente requiere un proceso personalizado de la tradición heredada (búsqueda de signos de credibilidad, apropiación de los mismos, conciencia responsable, toma de decisiones, programa de vida, etc), toda una serie de pasos necesarios para ir discerniendo la Verdad y dar razón de la fe. En definitiva, en el proceso de adhesión a una persona en cuanto verdadera, la razón humana, también limitada, tiene sus tareas que hacer. La fe le mueve a salir de todo aislamiento.

Son muchas y muy diversas las razones puntuales y parciales que se pueden aducir para la credibilidad razonable del acto de fe. Pero, al final, para el cristiano sólo existe una y definitiva: el amor de Dios (1 Cor 13). Un amor digno de fe que atrae de forma irresistible al hombre para testimoniar con su propia vida esa lógica del amor.

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