Miércoles de Ceniza presidido por el Papa con muchos frailes dominicos presentes
14 de febrero de 2013El 13 de Febrero a las 17 tuvo lugar en la Basílica de San Pedro del Vaticano la celebración del Miércoles de Ceniza presidida por Su Santidad Benedicto XVI. Hasta aquí todo podría parecer normal, pero debido a su manifestada voluntad de retirarse del ministerio petrino el próximo día 28 de este mes la celebración se ha convertido en un acontecimiento excepcional e histórico.
En primer lugar tenemos que recordar que desde hace más de veinticinco años, aunque la costumbre se remonte ya a tiempo inmemorial, el Papa celebra la primera estación de la Cuaresma en la basílica de Santa Sabina de Roma. Dicha basílica del siglo V es donde se sitúa la Curia General de la Orden de Predicadores y donde el propio Santo Domingo vivió en Roma. La estación comienza en el vecino convento de San Anselmo de los Benedictinos y en procesión se desplaza hasta nuestra basílica para celebrar ahí la Eucaristía con la imposición de la ceniza. Pero desde que el Papa anunció su voluntad de retirarse este lunes todo quedó en suspense: ¿dónde se celebraría el miércoles de ceniza? ¿quién lo presidiría? ¿sería el Papa o el antiguo Secretario de Estado y Decano del Colegio Cardenalicio el cardenal A. Sodano?
Finalmente desde el Vaticano se decidió adoptar una solución podemos decir que intermedia. Quedaba claro que la celebración del Miércoles de Ceniza había quedado singularizada por ser la última Eucaristía pública del Papa. Es por ello, y debido a la voluntad de muchos fieles de poder compartir este momento con el Pontífice y sin duda también a su estado de salud, que se decidió hacerla en la mucho más grande y preparada para los presentes acontecimientos basílica del Vaticano. Pero a su vez se quiso que conservara sus características tradicionales y es por eso que dominicos y benedictinos tuvieron un papel especial en ella.
Un grupo cercano a los cincuenta frailes dominicos y otros tantos benedictinos participaron en la procesión estacional junto con los Cardenales y el Santo Padre. El grupo de los frailes estuvo presidido por nuestro M.O. Fray Bruno Cadoré, pero no todos desarrollaron la misma función litúrgica. Treinta y dos de ellos participaron en la procesión y fueron testigos de excepción de la celebración. Los nueve novicios de las provincias de la Orden en Italia actuaron como acólitos del Papa. Un grupo de seis sacerdotes jóvenes dominicos fueron los encargados de distribuir la ceniza a prelados, embajadores y fieles en general y un diácono dominico de la provincia de París actuó como tal en el altar durante la celebración.
Uno de estos jóvenes sacerdotes, que impuso la ceniza al Secretario del Papa, fue fray Alejandro López Ribao, de la Provincia de Aragón, que está cursando estudios de especialización en la Universidad Gregoriana de Roma. La Eucaristía fue transmitida por televisión al mundo entero y, en un momento dado, se distinguió claramente en primer plano la imagen de fray Alejandro. Finalmente siete frailes recibieron la ceniza de manos del Santo Padre. Junto con ello hubo otro grupo de hermanos dominicos procedentes del Angelicum que ayudaron a la distribución de la comunión.
Los frailes que pudieron asistir a esta Eucaristía tuvieron oportunidad de vivir en directo la emoción que se respiraba en el ambiente. Es la primera vez en la historia que se sabe que se está participando en la última misa de un Papa en la Basílica de San Pedro. A ello hay que unir el impacto por la noticia de su retirada, hecho histórico que no sucedía desde Benedicto XII en 1415, motivado para acabar con el Cisma de Occidente que había comenzado en 1378, y en circunstancias más tranquilas desde Celestino V en 1294. Sin embargo la emoción quedo latente durante toda la misa para sólo aflorar al final en el larguísimo aplauso que se le dedicó a Benedicto XVI tras la intervención del Cardenal Secretario de Estado T. Bertone. El Papa en todo momento conservó la calma y su saber buen hacer; se diría que afrontó la celebración como lo que en realidad era: el día en que la Iglesia da comienzo al tiempo de la conversión y preparación de la Semana Santa.
Desde ahora hasta el día 28 de Febrero se ha comunicado que Benedicto XVI cumplirá con su agenda. Previsiblemente en cada una de sus apariciones públicas se produzca una asistencia masiva de fieles. A modo de ejemplo podemos decir que en la audiencia de este miércoles en donde se esperaban 2000 personas al final se congregaron más de 8000. Y es normal y bueno que los católicos quieran apoyar y hacerse presentes en estos momentos alrededor de su cabeza visible, para agradecerle su indiscutible amor a la Iglesia y su dedicación por dirigirla por caminos de verdad.
“En mi caso (cuenta fray Alejandro) hubo dos hechos que me impresionaron vivamente: el primero fue las propias palabras del Cardenal Bertone citando un discurso del Santo Padre a los seminaristas de Roma donde les decía que la Iglesia es como un árbol que se poda y siempre da ramas nuevas y frutos en abundancia. Reflexión profunda si pensamos que en aquel momento ya seguramente meditaba en su interior su decisión de renuncia. Reflexión que implica una confianza radical en que es el Espíritu Santo el que conduce la Iglesia y que es en Él en quien depositamos toda nuestra esperanza de comunidad eclesial. Por último me impresionó que precisamente todo esto sucediera un Miércoles de Ceniza, el día de penitencia por antonomasia en la liturgia católica junto con el Viernes Santo. Penitencia que no es un fin en sí misma sino que nos recuerda que el centro del cristiano es el creer en el Misterio de la Encarnación y Resurrección de Cristo, siendo este Misterio el que nos recuerda la Semana Santa. Fechas para las que previsiblemente este año ya contemos con un nuevo Sumo Pontífice”.