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El dominico Pedro Meca, referente en la atención para personas sin hogar, recibe un sentido homenaje en Madrid

21 de septiembre de 2021 reportaje albergue san martin porres madrid portad

  El pasado viernes, 17 de septiembre de 2021, el querido fraile dominico Pedro Meca, fallecido en 2015, ha recibido un sentido homenaje de parte de sus amigos, gracias al Ayuntamiento de Madrid y gracias a la Junta de Distrito de Carabanchel, del que quedará constancia con la colocación de una placa conmemorativa a la entrada de la sede de la Fundación San Martín de Porres en Carabanchel, situada en Vía Carpetana nº 47 de Madrid.

  En esta entrada, de la que fue su casa cada vez que visitó Madrid, se congregaron autoridades públicas, amigos y trabajadores no solo de la Fundación San Martín de Porres, sino de muchas otras entidades sociales que son y que fueron, dedicadas a trabajar en favor de los más vulnerables.

  Dio comienzo el emotivo acto con unas palabras del director de la Fundación SMP, Antonio Rodríguez, amigo personal de Pedro, recordando que había una deuda pendiente con él por su trabajo de años y la enseñanza trasmitida basada en principalmente su experiencia en el campo de lo social con las personas sin hogar durante toda su vida en París.

homenaje pedro meca

  A continuación, su discurso transcrito, que resume la vida y el trabajo de Pedro Meca y la relación con la Fundación SMP:

Pedro Meca nació en Villava en 1935 y falleció el 17 de febrero de 2015 en París a los 80 años.

Desde los 21 años en que se hizo fraile dominico, vivió en Francia. En Francia fue conocido como el capellán de los vagabundos de París. En 1992 fundó La Moquette, sede de la Association les Compagnons de la Nuit (Los Compañeros de la Noche) un centro que se encarga de ofrecer a las personas sin techo un clima de acogida y escucha.

Allí se dedicó a vivir con los más pobres, devolviéndoles la dignidad perdida y la autoestima. Desde La Moquette organizó encuentros nocturnos, espacios de intercambio y creación, conferencias y debates o actividades culturales como un taller de escritura o una rueda de prensa en la que un periodista comentaba las noticias y ayudaba a «despertar el espíritu crítico» de los asistentes. Este lugar nunca fue «un refugio», pues no ofrece ni una cama para dormir ni dinero, ropa o alimentos, sino que se centra en las necesidades relacionales, y trata de acoger tanto a los sin techo como a los transeúntes, estudiantes o periodistas.

El proyecto de Pedro Meca pretendió «romper el gueto de lo social» para abrirse al conjunto de la sociedad y aproximar unos ciudadanos a otros. Uno de sus pilares fue siempre que «luchar por algo, es mejor que contra algo», y que para luchar contra lo que domina a las personas, como es el caso de la droga, es necesario descubrir algo «más fuerte e interesante». Compañero de los olvidados, amigo incondicional de todos aquellos que, habiendo perdido la voz en la sociedad y las instituciones, puso su vida y entero trabajo en la restitución de la dignidad, recogiendo como suyo el eco malogrado de sus reivindicaciones como personas. Desde el encuentro de los últimos nos propone como eficaz instrumento la paciencia, la escucha. Su sentido de pertenencia con los pobres le viene dado por su realidad misma desde la infancia. Su proximidad y generosidad con los últimos se manifiesta en un natural compartir todo lo que de humano pudo abarcar.

Y fue en la noche, las noches de los olvidados, donde encarnó el acento de sus palabras en acción, la tilde que coronó su vida como un salir, olvido de sí mismo, para encontrarse más adentro, en la intimidad de los demás. La noche como éxodo, abrazar la confusión, la vulnerabilidad, el fracaso. Y no sólo estar, sino fiarse de quien habita esa noche, y contar con sus habitantes en la construcción de una nueva casa. Porque Pedro habitaba, entendía el mundo, desde la amistad, fueron sus encuentros con el otro, sin distinción de clases sociales, los pilares sobre los que construyó la casa del entendimiento y compartir mutuo, a la que hoy nos invita a pasar.

Con Pedro nos sumamos a la noche, y nos facilita entender el fracaso como herramienta.

Eso es el quehacer de hoy: centrarse de verdad en la persona, más allá de las afirmaciones fáciles y sin consecuencias que oímos frecuentemente. Colocar a la persona en el centro de la actividad social de tal forma que sean dos personas las que se encuentran frente a frente (me atrevería a decir: corazón a corazón) para crecer juntos aportándose mutuamente un poco más de humanidad.

Se trata, pues, de llegar a ser más y mejor.

En el año 2012 Fr. Pedro vino a Madrid para participar en la Jornada conmemorativa por los 50 años de la Fundación de San Martín de Porres, con la que mantenía una estrecha relación. Durante su intervención insistía en la que siempre fue su filosofía: 

“Los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre solo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido… Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, con sus pasiones, lo que le interesa. Hay que atender a la totalidad de la persona, teniendo en cuenta que todos tenemos potencialidades y riquezas y que todos podemos aportar algo. Ellos pueden y tienen que aportar”.

 

  Antonio Rodríguez terminó su deserción recordando que Pedro hizo lo difícil, que es conseguir convertir las palabras en hechos, dejándonos así una referencia de lo importante de actuar ante los retos sociales que se nos presentan hoy y en el futuro.

  Finalmente, también acordaron y pusieron en valor el trabajo vital de Pedro Meca el Concejal de la Junta Municipal de Carabanchel, Álvaro González López, y Pepe Aniorte Rueda, Delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, quién recordó con mucho cariño a Pedro, con quien convivió en muchas ocasiones, compartiendo con todos algunas anécdotas.

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