Peregrinación por lugares dominicanos de laicos dominicos de Andalucía
23 de mayo de 2010La peregrinación sirvió para estrechar lazos entre los “amigos de Scala Coeli”, pero sobre todo, para impregnarnos de aquella pasión que movió al joven Domingo a enamorarse de Jesucristo y su Evangelio. Recorrer sus huellas en Caleruega, La Vid, Osma, Gumiel, Aza y Silos, y las de sus hijos en Almagro, Soria y Segovia ha sido una experiencia importante para responder con mayor fidelidad –en nuestra vida cotidiana- a su ideal de vivir y predicar la Palabra de Dios.
Añadimos el testimonio de uno de los miembros de la peregrinación:
Peregrinación a los lugares dominicanos de España
Está para cumplirse un mes que distintos miembros de la Comunidad y de la Fraternidad Dominicana de Santo Domingo de Scala Coeli, de Córdoba, iniciamos una Peregrinación en la que durante cinco días visitamos los principales lugares dominicanos de España.
Bien podríamos realizar una explicación pormenorizada del itinerario realizado, de los entrañables e interesantes lugares visitados, de las doctas explicaciones recibidas en dichos lugares y durante los recorridos de enlace entre unos y otros, de las vivencias individuales y colectivas... Todo ello nos llevaría a poder escribir un gran libro con varios tomos (más otros tantos con las fotos de recuerdo).
Pero, sin descartar la posibilidad de hacer entre todos algún día ese gran libro, ahora en pocas palabras –o al menos voy a intentar que no sean demasiadas- me gustaría sintetizar una serie de sentimientos que se han ido asentando una vez pasados los primeros días.
Si a cada uno de los que participamos en la Peregrinación nos pidieran que dijéramos una sola palabra de lo que nos ha parecido la misma, estoy seguro que no coincidiríamos en la misma. Y eso a mí me alegraría, porque con cada una de las palabras elegidas se haría el mejor resumen de toda la Peregrinación: una frase compuesta por una inmensidad de palabras individuales (de cada uno de los que asistimos físicamente y de todos aquellos que, no pudiéndolo hacer en persona, nos acompañaron en espíritu y en nuestro corazón), es decir, una gran, extensa, sentida y emocionante frase. Algún día podríamos llegar a escribirla. Lo dejo como reto.
La Orden de Predicadores tuvo un fundador que a lo largo de su vida sirvió al Señor con su forma de ser y actuar hacia los demás como característica principal, y eso lo transmitió a sus hermanos y hermanas de la Orden. Los que –de un modo u otro- nos sentimos unidos a ellos, hemos aprendido que ese ser y actuar característico, ese “contemplar y dar los demás lo contemplado”, teniendo siempre como base y cimiento a Jesucristo, su vida y sus enseñanzas, puede servir –o, mejor- sirve para todos los quehaceres y circunstancias que se nos presentan en nuestra vida diaria.
Conozco a personas que han ido a Tierra Santa, y todas vienen diciendo que el estar en los lugares, el respirar, el pisar las tierras que hace dos mil años pisó a diario nuestro Señor Jesucristo, les ha supuesto como un “algo” corporal y espiritual que hace que la fe que les ha sido transmitida, de alguna manera se “materialice”.
Pues, de un modo similar creo que nos ha pasado a los participantes en la Peregrinación que comentamos. Una mezcla, primero de ilusionante espera hasta la llegada del día de comienzo; a continuación cinco días vividos en comunidad escuchando, recordando y visitando “in situ” los lugares que Domingo de Guzmán pisó, el paisaje que contempló (porque hay sitios en los que parece que el tiempo se ha detenido), el aire castellano que respiró; y, después, una vez finalizado el viaje un recuerdo interior y, por qué no decirlo, también exterior que puede que hasta nos haya cambiado nuestra forma de ser y sentir las circunstancias diarias de nuestra vida, o como dicen otros, “otra forma de ver el mundo”.
No quiero hacerme portavoz de nadie, porque a nadie se lo he pedido ni nadie tiene por qué darme esa portavocía, por lo que tan solo me atrevo a poner en papel un pensamiento personal: todos hemos vuelto a nuestra normalidad diaria, pero creo que todos vemos y sentimos esa normalidad de otra forma.
Hasta Quique [el más joven de la peregrinación, con 8 años] tararea algunas veces -sin darse cuenta- eso de “Domingo de Guzmán tu voz resuena …..”
Antonio J. Rodríguez, OSDE