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Presentación del libro “Tiempo para los ojos”

22 de abril de 2013 Presentación del libro “Tiempo para los ojos”

Eran las 19,30 horas del día 19 de abril de 1913 y ya estaba todo preparado en el “cafetín croché” de San Lorenzo del Escorial. En una sala acogedora y cálida nos íbamos ubicando los que nos habíamos citado para asistir al evento y acompañar a Emilio en la puesta de largo de su último libro “Tiempo para los ojos”.

Acompañaban a Emilio en la presentación del libro un grupo de poetas y especialistas en literatura y filosofía, casi todos conocidos por los que somos más o menos habituales en los recitales de poesía del autor.

Como moderador de la presentación actuó José Nicas Montoto, poeta y profesor de Filosofía. Concedió la palabra en primer lugar a Ana María Sánchez, ”discípula de Emilio” desde los primeros tiempos en los que el poeta comenzó sus andanzas en San Esteban.

Sagrario Rollán, Doctora en Sicología y especialista en San Juan de la Cruz, que es la que escribe el prólogo del libro, presentó la obra como intimista, “el libro es una excursión por la luz y una incursión por el tiempo que estilizan las palabras y tensan los horizontes del mensaje…Es la luz que el pintor ha fijado aquí, donde el poeta venido del norte recala”…El tiempo para los ojos se crece sobre abismos de luz siempre incumplidos, pero nunca desertados, un tiempo azul y vertical que se levanta y se trasciende pertinaz en cada verso y como tal se declara, “parto de la luz para este viaje por encima del tiempo”.

Mercedes Marcos, comienza resaltando la importancia de la portada del libro, dibujo realizado por Emilio, que sirve de marco y resumen del conjunto del contenido del libro. Destaca que los títulos que ha dado a todos los poemas son siempre un sustantivo, lo que interpreta como una definición de lo real, que postula una poética de la realidad y en el fondo una nostalgia del tiempo que se ha ido. Es un libro contemplativo y para la contemplación.

Antonio Zamarreño: “Emilio Rodríguez es asturiano, es poeta y es dominico. Como asturiano, conoce las espesuras del bosque; como poeta, conoce los laberintos de la palabra; como dominico y hombre de fe, conoce los abismos de Dios. Considera el libro como una obra “de senectute”, con sus componentes de pesimismo, serenidad y calma. El poeta afronta con serenidad ese último tramo de su paso por la historia. Destaca en los poemas una gran hondura religiosa, una permanente referencia a la Resurrección, en las numerosas referencias a la lluvia, que hace renacer con su presencia la vida.

Para finalizar, Emilio nos deleitó con la lectura de varios de los poemas que incluye en el libro, con comentarios que ayudaron a la interpretación de lo escrito.

Fue una velada agradable, íntima y los que tuvimos la suerte de acompañarle salimos, una vez más, agradecidos y contentos por tener a Emilio cerca y por poder escuchar de él lo que nos aporta como poeta: “el que alarga los ojos de la tribu para ver, en cada cosa cotidiana, la palpitación de un prodigio”.
 

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