A pesar de sus sombras –expuso el Prof. Bernardo Cuesta, OP- la Iglesia se inspira en el proyecto comunitario de Dios revelado en Jesucristo. Es lo que pretendieron vivir los primeros cristianos en “las iglesias domésticas”, espacios donde se respiraba el calor hogareño de la protección y la  acogida en un clima fraterno de sana libertad.

A la luz de estos datos del NT, se preguntaba el ponente: ¿cómo vive y cómo debería vivir la Iglesia actual? Tres fueron los aspectos desarrollados: 1º) La Iglesia, hogar de libertad; 2º) hogar de amor compasivo y misericordioso; 3º) casa de puertas abiertas.

Concluía: este es sin duda el rostro más humano y auténtico de la Iglesia. Aunque no sea el más visible ni el que aparezca por lo general en los MCS, es el que debería cuestionar la fraternidad cristiana y sus relaciones con el mundo.