Un camino de vida humana y cristiana: el testimonio de Fr. Bernardo Sastre Zamora OP
3 de febrero de 2021Mi nombre es Fr. Bernardo Sastre Zamora, OP. Nací en Valladolid (España) y tengo 27 años. Me gusta la física, la metafísica ... y las películas de Disney. Mis otras aficiones pueden ser similares a las de cualquier otro joven de mi edad (escuchar música, ir al cine, estar con amigos ...), excepto que, entre otras cosas, soy fraile dominico: intentaré explicarlo un poco. Mi familia y yo siempre hemos tenido relación con los dominicos en el convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid), pero la Iglesia formaba parte de mi vida como complemento, en lugar de ser la repisa central...
Es cierto que no lo he negado, pero tampoco me he permitido involucrarme demasiado en la vida de la Iglesia e incluso en su misión. Todo esto, sin embargo, cambió hace unos años gracias a una serie de circunstancias:
- Curiosidad intelectual. Mientras me formaba en temas relacionados con el cristianismo, la historia de la Iglesia y similares, me di cuenta de que estos temas resolvían muchas de mis preguntas existenciales (Dios, el ser humano, el mundo ...), que también me preocupaban personalmente.
- El misterio de la música. Empecé a tocar el violín de niño y la música siempre ha estado presente en mi entorno: clases, coros, bandas, etc. Lo más destacado fue la oportunidad de interpretar al Mesías de Handel, con la JOUVA, la orquesta de la Universidad de Valladolid, cuando estaba terminando mi licenciatura en Física. El Mesías ha comenzado a manifestarse de manera actual y personal...
- El sentido de la vida. Entre las experiencias que he tenido hasta ahora, había elementos que no encajaban del todo, como el problema del mal. Además, noté que si me dediqué exclusivamente a las ciencias físicas, me estaría perdiendo algo importante.
Siguiendo estas reflexiones y vivencias, acabé descubriendo la acción de Dios en mi vida: hasta entonces había creído en Él, pero nunca lo había experimentado tan clara y cercanamente. En resumen, conocí al Señor: el hombre creado por Dios entró en mi historia como una persona más. Como el célebre filósofo Manuel García Morente describió este encuentro con Jesucristo de manera tan precisa y preciosa: «Se caracteriza por la ausencia total de sensaciones [...]; es una intuición de presencia, desprovista de todo condicionamiento corporal (sensación)» (Historia de la conversión).
Fr. Bernardo Sastre y el maestro de la Orden, Fr. Gerard Timoner.
De la misma manera, para mí fue una experiencia fundacional, una llamada vocacional, que eventualmente se traducirá en un nuevo enfoque vital: ser fraile dominico. Poco a poco, entonces, me acerqué a la Orden de Predicadores a través del contacto directo con diferentes personas (con las que participé en experiencias vocacionales, Semana Santa para jóvenes…). En septiembre de 2016 entré en el prenoviciado de nuestra Provincia de Hispania, ubicado en el convento de El Olivar (Madrid), del que tengo un grato recuerdo, porque me ayudó a seguir afianzando mi vocación. Al año siguiente hice mi noviciado en el convento de San Tommaso de Sevilla, cuyo inicio estuvo marcado por la apasionante toma del hábito. También recuerdo con gusto y cariño a toda la comunidad de formación, lo que me ayudó mucho a seguir sumergiéndome en el carisma dominicano.
Actualmente soy estudiante, me estoy formando para el Bachillerato (1er ciclo) en Teología. Sigo discerniendo esta vocación a medida que crezco en la comunidad de hermanos, acompañado de formadores y participando en nuevos proyectos apostólicos, incluida una asociación universitaria tomista. Durante los dos primeros años estudié en nuestra Facultad de Teología de San Vicenzo Ferreri y viví en el Real Convento de los Predicadores de Valencia; una experiencia verdaderamente enriquecedora, especialmente considerando la diversidad de los países de origen de los frailes de esta comunidad formativa. Continúo mis estudios actualmente en Roma, donde me trasladé para completar mi formación inicial: estudio en la sección de inglés del Angelicum, nuestra Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, y vivo con los frailes de la Basílica de Santa Maria sopra Minerva, donde, entre otros, se encuentra la tumba de Santa Catalina y del Beato Angelico. Solo puedo estar agradecido por esta gran oportunidad, que sigue abriéndome los ojos a la universalidad de la Orden y de la Iglesia Católica.
En cuanto a las razones para vivir el Evangelio como fraile dominico, debo decir que me atrae mucho el estudio, que es parte esencial de nuestra vida. Nuestro Padre Santo Domingo siempre quiso que sus hermanos tuvieran una buena formación, para que pudieran llevar a cabo su misión de la manera más preparada posible. Esta fascinación por la búsqueda de la verdad de las cosas nos permite profundizar en el conocimiento del mundo, del hombre y de Dios (creación, criaturas y Creador), y poder identificarnos con todos ellos de una manera más personal.
Otro motivo fundamental es centrarse en el apostolado, en la predicación, realizada de diferentes formas (la palabra en discursos o diálogos, pero también a través del arte, la vida comunitaria, la docencia universitaria, la sagrada teología ...). Últimamente estoy explorando el campo de las redes sociales con otros hermanos, en el que veo mucho futuro. Y todo ello sin dejar de estar inmerso en un mundo que, consciente o no, tiene sed de Dios "como tierra árida y árida sin agua" (Sal 62, 2).. Ahora que estudio teología, veo que puedo darle un nuevo significado a mi formación anterior y ponerla al servicio de la predicación dominicana. En particular, encuentro muy interesante el tema de la relación entre la razón y la fe, y cómo se necesitan mutuamente. De lo contrario, se corre el riesgo de irse a los extremos: "arrogancia científica" (racionalismo) o fanatismo religioso (fideísmo); tendencias deshumanizantes que, lamentablemente, están en la agenda.
Quisiera concluir agradeciendo a Dios por mi vocación y a todas las personas que me han acompañado hasta ahora: familiares, amigos, dominicos (frailes, monjas, laicos, jóvenes y otros miembros de la Familia Dominicana), hermanos en Cristo de diferentes partes de la Iglesia., así como profesores y colegas de diferentes campos. En cuanto a usted, lector, quizás haya tenido experiencias similares o haya escuchado inquietudes vocacionales similares… ¡Piénselo! Vale la pena .
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Fr. Bernardo Sastre Zamora, OP
Convento de S. Maria sopra Minerva, Roma