Traslado de los restos mortales del Padre Merino
9 de diciembre de 2011Desde hacía 43 años, los restos del padre Merino, reposaban en el cementerio de Ntra. Sra. de los Ángeles de la capital palentina. Con motivo de su proceso de beatificación, se ha querido que las reliquias reposen en un lugar tan significativo como es la capilla de Santo Domingo donde fr. José Merino pasaba muchas horas en oración.
El diario Palentino relata así la celebración: «Los restos de Fray José Merino Andrés fueron introducidos en una urna sellada y lacrada que se trasladó a la iglesia de San Pablo, donde a las 19,30 horas tuvo lugar la misa de acción de gracias presidida por Padre Provincial de los Dominicos de España, Fray Javier Carballo Fernández. La urna con los restos mortales del Padre Dominico permanecerá en la capilla de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán.
El féretro presidió la eucaristía arropada por la familia dominicana y por los símbolos que marcaron la vida del fraile: una talla de la Virgen del Rosario de Fátima, por la que sentía gran devoción y a quien cariñosamente llamaba Madre Maestra; un Nacimiento como símbolo de la encarnación y la imagen de Santo Domingo (fuente: Diario Palentino)
Fray José Merino Andrés nació en Madrid el 23 de abril de 1905. A los 28 años ingresó en la Orden de los Predicadores y posteriormente fue ordenado sacerdote. Desarrolló su vida religiosa en la Felguera y Ntra. Sra. de Atocha de Madrid. En 1948 fue enviado como misionero a México regresando dos años después, cuando se le nombró Maestro de los Novicios en el Convento de los Dominicos de Palencia, tarea que cumplió hasta 1966. Por el noviciado de San Pablo pasaron en esos años casi mil jóvenes. Su salud le impidió continuar con la labor de maestro de novicios, falleciendo el 6 de diciembre de 1968.
Fr. José Luis Gago dice del padre Merino: «Era un hombre de oración, contemplativo, y también de acción, que personificaba el carisma dominico, que se resume en tres palabras: estudio, meditación y predicación. Un hombre de espiritualidad muy intensa. De joven, durante la Guerra Civil, presenció el incendio de un colegio de jesuitas en Madrid, lo que le marcó mucho. Él ya pertenecía a Acción Católica, y su fe no hacía más que crecer. Esas experiencias que tuvo de joven y su profunda fe le condujeron a una vida de mayor consagración a Dios y a los hombres». (fuente: Norte de Castilla)